Contemos una historia, hace más de 100 años Baden Powell fundó el movimiento scout en Inglaterra. A lo largo de su historia se ha extendido por todos los rincones del mundo intentando construir un mundo mejor con ilusión, esperanza y un objetivo común en todos los scouts del planeta.

A través de unos valores, aprendemos lo que se llama el “método scout”, que no es otra cosa que educar en distintos ámbitos personales adaptándolo a la edad y al contexto en el que se mueve cada uno. Con estos valores y principios, conocemos la naturaleza y lo que existe a nuestro alrededor mientras compartimos experiencias. Eso quiere decir que nos imbuimos en nuestra localidad principalmente, pero también intentamos conocer lo que está más allá de nosotros, otras situaciones y otros contextos.

Educamos a través de la participación en distintas actividades, ya sea en pequeños grupos, que llamamos secciones, o en grupos más grandes intentando que haya una relación entre todos los componentes del grupo y con otros grupos.

Este método se realiza en el tiempo libre a través de los ámbitos social, psicológico, intelectual, emocional, y espiritual. La base de toda esta educación no formal es la promesa y la ley scout, lo que nos aporta lo valores que son socialmente necesarios. Se aprende a través de la acción y la propia experiencia personal que se comparte creando así, experiencias más completas.

Todas estas vivencias hacen que cada scout se haga responsable de sus compromisos personales y de su participación en las actividades que se realizan a lo largo del año. Eso hace que cada uno se desarrolle como persona estimulando sus aptitudes y motivando sus vocaciones para que en un futuro salgan a flote.

En definitiva, nosotros educamos a las personas para que desde pequeños desarrollen todas sus habilidades personales y sociales y sean capaces de enfrentarse al mundo que les rodea y ser capaces de mejorarlo interviniendo en su círculo de acción y saliendo de su zona de confort.